sábado, 7 de febrero de 2009

ALECTORIS RUFA




Ala parda, pico fuerte, cuerpo de pluma,

entre los sembrados, entre los rastrojos,

rauda, esquiva, lista, casi humana.

Corres, vuelas, saltas, andas, vives.


Mirar largo, profundo, sin fin.

Uña firme, pata gruesa

de fuerza, levanta el vuelo,

ligero, firme y extenso.


Te persiguen, te acechan,

te siguen, se acercan,

tú saltas, con el viento,

entre las cunetas del camino.


Si te matan, en tu vuelo,

la sangre saltará encima

de la tierra, por el aire,

vaciando tus heridas.


Perdónanos, no sabemos

bien lo que hacemos,

perdón, por la muerte,

gracias, por tu vida.

8 comentarios:

  1. La muerte de cualquier animal sin la posibilidad de defenderse suele sacarme un inmenso manojo de lágrimas...

    Me encantó el pájaro de la foto...

    un beso!

    ResponderEliminar
  2. Es una perdiz roja, Blonda, bastante común en bastante zonas de la Meseta en España. Es preciosa, y mucho más verla por los campos.

    ResponderEliminar
  3. ¿Te cuento un secreto?
    ¡¡Tengo fobia a las aves!!

    Nadie es perfecto.
    ;-)

    ResponderEliminar
  4. ¿Te cuento otro secreto? Desde bien jovencito me hice cazador, por mi insistente padre, y ahora soy socio del coto del coto de "mi pueblo", y me debato entre el rollo cinegético y el ecologista con remordimientos.

    Les tengas fobia o no, la perdiz roja es un animal apasionante.

    ResponderEliminar
  5. ¿Os cuento yo otro?
    Me gusta la caza y el tiro al blanco. No sé si serán esos días de la infancia, en un pueblo de Teruel, con mi padre, los perros alrededor, el olor a tierra mojada, los amaneceres en el campo, el vinito y las longanizas aragonesas cuando apretaba el hambre, la emoción, los nervios, pero el caso es que me ha quedado una gran simpatía por esas jornadas, que me gustaría poder volver a repetir algún dia.
    Las perdices y codornices que cazábamos nos las llevabamos a la casa y mi abuela las preparaba con esmero y todo era una fiesta.

    Me gustan los animales. Es más, los amo. Pero cazar 4 o 5 codornices o perdices, para consumo propio, nunca me pareció una tortura, ni un atentado contra la naturaleza. Máxime cuando en esos pueblos (de los de antes) el supermercado más cercano era, simplemente...inexistente.

    Más de ua vez he pensado hacerme de una sociedad de cazadores y revivir aquellas jornadas, pero tengo tantas cosas antes por hacer, que igual lo dejo para otra vida.
    Y el tiro al blanco con escopeta también me llama.

    Increíble, no??

    ResponderEliminar
  6. Vaya con los secretitos ... Me sorprendes gratamente, Pe, eres un pozo de sorpresa (perdón por la redundancia).

    He de decirte que tuve una época dorada en cuanto a la cosa cinegética, entre los 18 y los 30. Luego llegó la paternidad y fui perdiendo poco a poco la afición. Sí me ha quedado el amor al campo, a todo tipo de campo.

    Últimamente he vuelto a retomarla, con el coto que tengo, pero resulta que gracias a los venenos esparcidos para acabar con una plaga de ratones, previamente introducidos por al Junta de CyL para alimentar a las águilas (toma ya), el número de perdices y demás ha mermado considerablemente, y se caza poquísimo.

    En fin si quieres una escopeta, tengo de sobra.

    Besos

    ResponderEliminar
  7. Lo cual demuestra que no es la caza menor la que acaba son los animales. Es más: los verdaderos y buenos cazadores son los primeros en denunciar la caza en época de cría o en periodo ilegal. Y los más interesados en que nunca falten aves, conejos, etc.
    Lo que me parece horrible es cazar un ciervo para discarlo en el salón como un trofeo, matar zorros para que las bienpensantes y pudientes se pongan sus pieles por encima o las matanzas indiscriminadas de focas, ballenas, etc, para fines comerciales.

    ResponderEliminar