sábado, 30 de mayo de 2009

A LAS ALADAS ALMAS DE LAS ROSAS

Mis pasos marcan la senda sencilla
hacia un erial convertido en majuelo:
tierras verdes de Mayo de Castilla,

donde el sembrado se une con el cielo.
Verdearás el marrón de los barbechos
y el grano brotado cubrirá el suelo.

Pies, polvo en el camino, ojos maltrechos,
Perla de Castilla en la distancia,
recuerdo vivo de palabras y hechos.

Mi corazón lamenta su desgracia,
la pérdida terrible y prematura,
bajo la sombra gris de aquella acacia

que, digna, se mantiene en la llanura.
El color de terruños del camino
acentúa en mis ojos la amargura,

me rebelo, infantil, ante el destino
que, cruel, te arrebató de mis manos.
¡No entiendo a veces tanto desatino!

De tus lugares vallisoletanos
hiciste con tus días seña y bandera.
Viviendo, intenso, nos hiciste humanos.

Tu amor por la tierra, virtud señera,
anticipó tendencias de otros días,
gozando de la verde Primavera.

Siempre atento a infantiles alegrías,
tu corazón gozaba con sus juegos
dejando a un lado banales porfías.

Alternabas con jueces y labriegos,
de amigos componías tus momentos,
encendías luces, cortabas fuegos.

Sosteniéndonos firme en tus cimientos
estabas ahí, siempre certero,
prestando tu hombro a llantos y lamentos.

¿Por qué el destino fue tan traicionero?
¿Cerramos hoy los ojos y volvemos
mañana a decirnos te quiero?

Te quiero, te quisiera aquí conmigo,
con mis risas, mis penas y mi todo,
con tu brazo firme y tu abrazo amigo.

Verano, codornices al recodo,
vino, torreznos, almuerzos en casa.
¡Cuántas horas juntos, codo con codo!

Octubre, viña limpia de uva pasa:
esta tierra de Castilla te daba
un corazón que la muerte rebasa.

El susurro del viento me llamaba,
tu memoria me dará mientras viva
pensamiento, sí, que tu alma amaba.

Cuatro años largos de vida cautiva
se han pasado sin ti, padre mío,
años de nostalgia fugitiva.

Años de vida intensa, de tronío,
de cantos, risas, penas y banderas
envueltos en el curso de este río.

Pronto volveré a las verdes praderas,
campos añiles, de trigo y centeno,
con manos limpias, con almas sinceras.

Cuando me mires desde arriba, pleno,
de la Gloria de Dios, tan dulce y pura,
espero verte siempre, padre bueno,

contemplarte tu rostro y tu figura,
agradeciendo el gozo de tu vida,
recordando tu risa y tu ternura.



jueves, 28 de mayo de 2009

NUAREJADA Nº 6




¿Por qué narices siempre parece que me pongo en la cola de caja del hipermercado que más lenta va?


Confieso que me ocurre con frecuencia y pido consejos para resolver este incómodo problema. No sé si tiene solución.

miércoles, 27 de mayo de 2009

FRIO

Frío, de repente, en mi ventana.
Frío, en la espera, de un final tardío.
Frío, en las calles, con las terrazas vacías.
Frío, en tus manos, que buscan mi abrigo.

Frío, en la noche sin Luna en mi ventana.
Frío, en mi cama, de hospital antiguo.
Frío, en el aire, de la ciudad dormida.
Frío, en el suelo, mojado de rocío.

Frío, en las mejillas de unos niños.
Frío, en los parques de mascotas paseadas.
Frío, y miedo a sólo sentir frío.
Frío, del viento que sopla en las fachadas.

Frío, de mis huesos helados por la pena.
Frío, por la pena de la ausencia de una vida.
Frío, que sólo se cura con un beso.
Frío, de tus labios en los míos.

lunes, 25 de mayo de 2009

MIS MOMENTOS MUSICALES Nº7

Es uno de los primeros vídeos que recuerdo, cuando, en los años ochenta, comenzaron a proliferar.
Nos muestra a un Phil Collins maduro, pletórico, genial, al piano, con una atractiva Marylin Martin Junto lo bordan. ¿Quién no quisiera haber sido Phil Collins y tocar y cantar así de bien?


sábado, 23 de mayo de 2009

ESCALERAS Y ASCENSORES

El odiaba los ascensores y ella las escaleras mecánicas.


La ciudad les albergaba a ambos, haciendo lo posible para que coincidieran en el vestíbulo de una estación, en unos grandes almacenes o en alguna cafetería de moda para que sus miradas convergieran y el amor surgiera entre ellos.

Y es que la ciudad era una gran alcahueta que se afanaba en conseguir unir a parejas escogidas de sus habitantes para que la energía de su pasión lograra encender alguna de las miles de bombillas que cada noche iluminaban sus calles.


Pero nuestros elegidos no ponían mucho de su parte. Cuando llegaban a la estación del metro que les encaminaba a su lugar de trabajo, que se encontraba en la misma parada, él descendía, leyendo un periódico gratuito, por la interminable sucesión de escaleras mecánicas, colocado pacientemente en el lado de la derecha, mientras alocados oficinistas se atropellaban para llegar lo antes posible al andén. El ascensor que se encontraba nada más pasar los tornos de entrada era más rápido, pero estaba lleno, y la claustrofobia le impedía utilizarlo. Y allí se encontraba ella, con sus auriculares y su cara de sueño, cada mañana a la misma hora.

Ella odiaba las escaleras mecánicas, le exacerbaban un nada disimulado vértigo. Siempre las habían aborrecido, desde que, de pequeña, cayó rodando el tramo completo de unas escaleras de un gran almacén, en pleno período de rebajas, arrollando a un grupo de siete marujas consumistas que estuvieron a punto de lincharla, ofendidas por hacer sido noqueadas por una mocosa de seis años. Las de su estación de metro de partida eran especialmente antipáticas, y siempre las había rehuido. Al principio recurría a las tradicionales de escalón fijo y barandilla, pero ahora estaba encantada por el ascensor, veloz y silencioso, que le conducía directamente a la puerta por la que debía acceder al vagón de metro, para así salir en su destino por el punto más favorable del andén.

La ciudad estaba desesperada, pues pensaba que estaban hechos el uno para el otro, pero la terquedad de ambos había imposible cualquier tipo de acercamiento. Les habían hecho vivir en la misma manzana. Luego a él le había cambiando de trabajo, junto en el mismo edificio que a ella, aunque habían colocado unas inexplicables escaleras mecánicas en el vestíbulos que les volvían a separar. La ciudad ya parecía darse por vencida y dejar por imposibles a estos dos enamorados en potencia.

Sin embargo, en los momentos en los que la desesperación se había mayor y más desesperada, dio con la solución y comenzó a urdir un plan. Sería el plan definitivo que terminaría por unirles para siempre. Haría coincidir todos los sincronismos de los diversos ingenios mecánico-electrónicos que funcionaban en la estación de metro para que sus ojos se encontraran frente a frente y surgiera el flechazo.

El plan seguí su curso: madrugón, entrada en la estación, ascensor junto a escalera mecánica, sincronismo total. El momento cumbre estaba a punto de llegar, pero algo ocurrió de repente: "Se informa a los señores pasajeros que, por incidencias ajenas a Metro, el servicio estará interrumpido durante más de veinte minutos". Y ahí quedó chafado el plan, o al menos eso parecía.

Como por arte de magia, las luces del andén se apagaron completamente, y sólo unos pilotos tenuemente iluminado indicaban la salida de emergencia. Las masas enloquecidas subieron corriendo por las escaleras apagadas, pisoteándose y lastimándose con desesperación. En unos minutos, sólo quedaron dos figuras solitarias , separadas nos metros, en un andén desconocido por lo desangelado.

Comenzaron a acercarse, eran ellos. "Hola", se dijeron. "¿Qué haces aquí sol@?", preguntaron. "Me dan miedo los ascensores", dijo él. "Pero si no funcionan", dijo ella. "Y a mí las escaleras mecánicas", dijo a continuación. "Pero si tampoco funcionan", añadió él. "Subamos pues andando", dijo finalmente. "¿Y la gente?, tengo agorafobia", dijo ella desconfiada. "No hay gente, sólo nosotros", contestó él.

Tras unos instantes, que a la ciudad, que observaba atenta, se le hicieron eternos, ella tomó su mano derecha, la besó tímidamente y, tras asirla con firmeza, le condujo a las escaleras de subida. Mientras ascendían, no sin dificultad, la luz volvió. Mirándose a los ojos, sonrieron y decidieron que siempre andarían juntos, con la única ayuda de sus manos, olvidándose de ascensores y de escaleras mecánicas.

La ciudad sonrió satisfecha y decidió irse a dormir, aunque eran las ocho de la mañana y todavía quedaban parejas a las que unir. Estas últimas horas habían sido duras, y mañana sería otro día.

jueves, 21 de mayo de 2009

OSCURIDADES

Oscuridad, templo de las almas dormidas,
durmientes o abotargadas.
Silenciosa, si eres total, anulas
aferencias a mis sentidos.
Fría, fruto del descuido luminario,
del apagón de energía, sin mañana.
Desorientada, sin puntos cardinales,
sin camino de salida ni de entrada.
Ciega de figuras y matices,
planicie de sinsentidos.
Austera, descolorida e inanimada,
carente de recursos y visiones.

Saber vivir en tu seno
hace ver más allá de los ojos.

Hazte sonora y reverbera
la música en tus paredes de silencio.
Hazte plácida, sin tensiones,
cobíjame entre tus pliegues.
Hazte guía en los puertos,
resuena firme en mi travesía.
Hazte ojos, manos, piernas,
gusto, tacto, olfato, pasos
en el corredor de la vida.
Hazte rica en los matices
de los colores, sin vista.

Cierra tus ojos y
abre tu mente a la vida.

miércoles, 20 de mayo de 2009

ADDIO FIORITO ASIL

Hola, me llamo Pinkerton y soy un joven teniente de la marina estadounidense, de descanso en mi casa tras haber pasado una temporada por el Pacífico, disfrutando de sus delicias, especialmente en Japón, donde me he casado con una chica de quince años, a la que he dejado embarazada y esperanzada por mi vuelta. Aquí tengo una esposa y una vida respetable, y allí también un hijo. No me interesa mi familia japonesa y así se lo voy a hacer ver. Ella creo que me ama pero sé que lo entenderá ...

Es tremendo, ¿verdad? Más tremendo es el final, que no voy a contaros.

Cuando vuelve Pinkerton a Japón y se da cuenta de lo que ha hecho, canta un himno de despedida que dice así:

Adiós, florecido refugio de la alegría
y del amor. Su apacible rostro,
con remordimientos atroces,
veré siempre.

Addio fiorito asil.


Sólo quisiera ser un capullo durante tres horas y cantar como Plácido para protagonizar una de las obras más bellas y sobrecogedoras de la historia de la Humanidad. Mientras tanto, me conformo con verla, escucharla y sentirla, eso sí, con un paquete de kleenex en la mano.


lunes, 18 de mayo de 2009

MIENTRAS ESPERO II

Mientras espero, sino cruel el mío, de nuevo escribo. Miro todo lo que me encuentro a mí alrededor y mientras miro, escribo y escribo. No sé muy bien porque lo hago, pero no encuentro remedio para dejar de hacerlo. Mientras veo lo que hacen los que me rodean, escribo y escribo. Ellos me ven, pero no saben lo que escribo.
El tiempo de la espera se hace largo. Lo dicen los niños, me preguntan mis hijos. El tiempo se hace largo mientras algo esperas, y nos pide que le matemos, pero lo hace porque sabe que él nunca va a morir, y que nosotros algún día lo haremos, pero nos consuela haciéndonos creer que le herimos con nuestras maniobras para despistarlo.

Suenas mariposas en mi estómago, aunque no son fruto del amor desatado, que también, sino de la falta de contenido en mi tubo digestivo. Eso hace algo más amena la espera, aunque el tiempo trascurra lento y provocador. Me esfuerzo para que las palabras queden bien plasmadas en la pantalla del portátil, pero no hay manera. Los errores de dedos rápidos y alguna falta de ortografía, ocasionalmente vergonzante, hacen que el hilo de la reflexión se vea interrumpido con las pausas requeridas para la corrección correspondiente.

Los monitores son rebeldes e interrumpen mi discurso. Los miro, contemplo sus colores y sus cambios con interés. Todo marcha bien, el escrito puede seguir sin peligro. La espera se acorta, mas se hace intensa por momentos. Los ruidos de mis tripas aumentan. Ya no son mariposas ni farfallinas ni butterflies ni nada por el estilo. Se han convertido en tripas corrientes y molientes, material primario de mi organismo, que reclama su sitio en la rutina diaria.

Reclaman su sitio las tripas. Han sido injustamente relegadas. El estómago habla al resto del cuerpo, avisando que ahí está, con sus primos los intestinos, el delgado y el grueso. Y dice que es mejor hacerles caso, por el bien del resto de órganos, aparentemente más nobles, pero en el fondo débiles y dependientes.

Chambao suena en la radio, y apaga los ruidos, casi rugidos, de mi tubo digestivo. Cedo ante sus avisos, me pliego a sus designios, termino de escribir, guardo lo escrito, cierro el portátil, busco un amigo y me voy a comer.

miércoles, 13 de mayo de 2009

ANTONIO VEGA

Todos tenemos nuestras razones para hacer las cosas bien o las cosas mal, aunque a veces hagamos las cosas sin razón. Equivocarnos cerrilles es una de ellas, seguir por el mal camino sabiendo que es así, a pesar de que los avisos son múltiples. Al final, incluso los malditos quieren seguir viviendo. La vida tira mucho, es todo lo que tenemos. A nosotros nos queda tu recuerdo, tus canciones y esa facha desgarbada que tanto nos atraía.

Aquí le veis, en el apogeo, en los años de dios de la música, de ídolo de la juventud madrileña, con la guitarra, el público entregado, dominando ("yo solo").

Siempre tendremos el NACHA POP 80-88, único e irrepetible, y el resto de sus discos. Antonio ha muerto, pero ya vive para siempre entre nosotros.



martes, 12 de mayo de 2009

ITV

Hace unos años, mi admirado y difunto Umbral decidió escribir un libro de esos suyos de temas variados con la famosa pildorita azul que toman algunos para estimular el cerebro ese que tenemos debajo de la cintura. Con la agudeza y oportunismo que siempre le caracterizó la probó, sólo por experimentar, según él, no por necesidad, y le salió "Historias de amor y Viagra".

Empiezo así no porque la necesite, al menos no de momento, sino por el hecho de escribir bajo los efectos de fármacos que afectan de una u otra manera al SNC. Y ese es mi caso hoy. He pasado una especie de ITV de las tripas por dentro y para ello me han puesto la leche esa que sale en Anatomía de Grey. Aunque ya la había probado antes (por necesidad, no por vicio, que quede claro), nunca había hecho el experimento, y aprovecho la ocasión, puesto que la siguiente sita es dentro de tres años, y ya es largo fiarlo para tanto tiempo.

¿Cómo me siento? Aparentemente bien. Confieso que estaba con miedo y nervioso, la espera ha sido tensa, aunque amenizada por mi gente. Luego todo ha ido muy rápido: te tumban, te pinchar, te ponen el dedo de ET y te duermen. Así de fácil. Te duermen la siesta, como a los bebés. Quieras o no te duermes.

Es un sueño plácido, como de borrachera, pero sin resaca. Te despiertas, y sólo quieres hablar, y hablas. Y de la mitad no te acuerdas, así que no sabes bien si has dicho ninguna tontería, que seguro que sí. Vamos, que yo le he preguntado la primera enfermera que me he cruzado que si tenía hemorroides, así, delante de todo el mundo. Y la verdad es que te da igual. Es como los restos de un "pedete lúcido".

Luego te vas a desayunar, con un hambre que no veas, lo cual es buena señal, o instinto de supervivencia: después de una experiencia traumática el cuerpo pide energía, y vas a "La Despensa" y te zampas café, bollo y zumito de naranja, como un señor. Ya repuesto, viene el cansancio, y le pides a tu churri que te lleve a casa.

En casa, con la asistenta dando vueltas, no sabes que hacer, y tampoco le vas a explicar que coño haces en casa a esas horas, que cuando oye la puerta se cree que eres Jack el Destripador. Y digo yo, quien voy a ser abriendo la puerta de mi casa con las llaves. En fin, cosas de asistentas.

Pasan las horas, la euforia se pasa, te lees el informe, aliviado y enciendes el ordenador para navegar un poco, porque no te apetece hacer nada. El cerebro se ha quedado resacoso, aunque el cuerpo esté aliviado.

Voy a comer, y a olvidarme de los nervios del día anterior oyendo a The Beatles y a ver si se me ocurre un final para el cuento de Blonda, que el plazo termina mañana.

lunes, 11 de mayo de 2009

SONETOS DEL AMOR Y DE LA VIDA Nº2

Tal vez el amor me fue siempre esquivo,
entre tanto cuerpo hueco visitado.
Tal vez el deseo, solo y agotado,
quedó prendado de un adiós furtivo.

Tal vez un beso, caliente y cautivo,
cayó en saco roto y nunca fue dado.
Tal vez tu corazón, templado y vivo,
a mi vida luz haya por fin dado.

De tu boca probé la Primavera
en colinas onduladas y espesas.
De tus labios, recibí, tensa espera,

delirios de castillos y princesas.
De tu boca, rosa blanca y sincera,
arrebatos en mi alma si me besas.

sábado, 9 de mayo de 2009

LUCAS MASCIANO

Sé que para algunos escuchar los 40 Principales resulta una horterada, algo de mal gusto a veces y, en general, reprobable en los ambientes culturales del país. Sin embargo, lo considero esencial para estar al día de los últimos lanzamientos de cantantes noveles que, aunque promocionados por las odiadas macro-discográficas, dan bocanadas de aire fresco a las ondas de la radio musical.

Para ejemplificar lo que acabo de decir está Lucas Masciano, recientemente descubierto para mí, aunque lleva ya unos cuantos años cantando. Treintañero, con pinta de bohemio y algo golfete, no cantaba en el Retiro porque lo hacía en las Ramblas, y vaya si lo hacía bien. Tardó años en salir de sus cantos callejeros y a partir de 2006, con la ayuda de productores de cantantes como Sabina (Panchito Varona y su panda) y, ultimamente, de Dani Martín, David Otero y su banda, ha empezado a triunfar entre nosotros.

Seguiremos oyendo hablar de él, ya lo veréis.

Y como muestra, un botón.


jueves, 7 de mayo de 2009

TRIBUNAL

Miradas de suburbano
fruto de canciones tristes,
recorridos subterráneos,
inspiración de canciones.

Tirso de Molina, Sol,
Gran Vía, Tribunal,
cercana está tu oficina,
como en aquella canción.

Ríos Rosas, Iglesia,
Bilbao, también Tribunal,
mismo destino, distintas miradas,
suburbano en la ciudad gris.

Música en el túnel oscuro,
un móvil que suena en la estación,
el tiempo avanza, la vida sigue,
y sigue sonando aquella canción...




martes, 5 de mayo de 2009

SIETE FOTOGRAFÍAS



La luz alumbró la calle oscura,
de ruidos turbios y farolas rotas.


Un gato triste, veloz y solitario maulló
hambriento de carne y leche fría.


La puerta trasera de la cantina, sucia,
dejaba traslucir la música del cierre.


Un coche viejo, lento y demacrado se detuvo
cerca de una iglesia derruida.


Un hombre joven, borracho, lloroso y bien
acompañado se sentó en el parque, verde y vacío.


Un niño pequeño desde una habitación en una casa
cercana, reía alegre, con su madre dormida y agotada.


Un pájaro libre, pequeño, acelerado, trina y
vuela hacia el cielo desde los grises tejados.

lunes, 4 de mayo de 2009

PASABA POR ALLÍ


Yo pasaba por allí, y me paré a mirarte ...

La tangencialidad de nuestras vidas determina el curso de los acontecimientos siempre. Tal vez pueda parecer algo radical esta afirmación, pero creo firmemente que es así. Desde el momento de la concepción, en esa increíble carrera de la muerte que es la fecundación de un óvulo por parte de uno entre millones de espermatozoides, todo depende de que alguien pase por allí y se pare a mirar ... y termine quedándose.

El azar hace que la voluntad pueda expresarse con éxito como algo material y tangible. De nada sirve saberse todo al pie de la letra, preparar un proyecto a la perfección, concentrarse al máximo en un entrenamiento, tener todos los cabos previamente atados, si al fin y a la postre un golpe adverso del destino hace que nos quedemos en blanco, que el coche se estropee, que venga una huelga de transportista, que caiga la nevada del siglo o que el árbitro nos expulse injustamente.

El azar termina decidiendo muchas cosas en la vida, tanto para bien como para mal, y creo que es de soberbios atribuir todo el mérito a la valía personal.

También sería injusto afirmar que, cuando las cosas salen mal, es cuestión de la mala suerte. El esfuerzo suele venir recompensado, y la pereza castigada, aunque en ocasiones el loco azar decide cambiar las tornas y premiar a algún bello perezoso o castigar a un calculador engreído. Es lo que entiendo yo por “poner a la gente en su sitio”, “bajarnos de un pedestal” o “descender al mundo real”.

La diosa Fortuna es caprichosa, juega a la lotería y ella siempre gana, pues su triunfo consiste en el disfrute que le reporta apreciar los resultados de su caprichosa elección. Como diosa del Olimpo tal vez nos observe como seres diminutos y se sonría con nuestras reacciones y nuestros desvelos.

Tal vez sí o tal vez no, pero es romántico pensar que existen protegidos por los dioses, como un Simbad de leyenda.

¡Quién no quisiera llegar al Hades y navegar por el vacío más allá de la línea del horizonte, con tal de conseguir conquistar el corazón de su amada!

Yo pasaba por allí, y me paré para mirarte ...

En el amor esto se acentúa más todavía. Vivir de corazonadas, en el fondo, es lo más verdadero que existe. Cruzarse dos veces con la misma desconocida que nos arrebata el espíritu hace que ya sea conocida. Seguir una corazonada a veces es como lanzarse al vacío si existe un tercer encuentro con ella en la gran ciudad. Sin embargo, la rentabilidad de las corazonadas no siempre es alta, y ello hace que pasemos de corazonada a estar descorazonados.

¿Buscar la corazonada o encontrarse con ella? Lo segundo sería, desde un punto de vista purista, lo más cercano al flechazo o azar hecho amor, amor verdadero en el fondo. Lo primero se me antoja más estar a la que salta o fijarte en todas, siendo interpretado a veces como “desesperación por pillar cacho”, que suele ser percibido rápidamente por la interfecta y obtiene un rechazo inmediato, ignominioso muchas veces.

¡Cuántas cosas nos perdemos por no parar y quedarnos mirando! La observación es la virtud fundamental que han de tener los investigadores de todos los campos, de la Medicina, la Ciencia, la Psicología. Pero más importante aún es para sacarle el jugo a la vida, para encontrar un amigo en el que trabaja en la mesa de al lado, para ayudar al hijo que no sabe que decisión tomar, para querer a quien nos ama y no sabe como decírnoslo.

Yo pasaba por allí, y me paré para mirarte ...

Y tú decidiste mirarme también. Mi cara te pareció rara, no era todo lo simétrica que precisabas para considerarla bella, pero algo le encontraste. Los días pasaron, sucediéndose las semanas, los meses, las estaciones. Decidiste acampar en mi morada y decidiste también que no se estaba mal conmigo.

viernes, 1 de mayo de 2009

SALIDA DE EMERGENCIA

Salida de emergencia,
lee en el cristal de su pasaje,
en el sucio vidrio que refleja
su mirada azul y despistada.

Una estrella la mira desde arriba,
en un cartel lleno de colores,
mientras ella, cansada, estudia
un libro gris lleno de letras.

Unas gafas, verdes de rutina,
descansan en su rostro
de unos ojos vivos
que buscan la salida.

Salida de emergencia,
reza el cristal de su viaje
por la ciudad enorme y llena
de almas puras, como ella ...

Un cuaderno de cuadrícula pequeña
va llenando de letras,
tal vez del amor primero,
quizá de pena, o de alegría.

El viaje se alarga, no termina,
y nuestra amiga se impacienta.
Las paradas pasa, el autobús camina
hacia la recta de la calle postrera.

Salida de emergencia, repite sin descanso,
con prisa, con premura, impaciente, inquieta.
Se acerca a su salida, tranquila y cansada.
La observas, bella y discreta.

Llega el momento del adiós, esquivo.
Baja, ni te mira,
aunque sabe que la esperas,
salida de emergencia, su puerta de salida.