sábado, 24 de enero de 2009

LAS INVASIONES BÁRBARAS

Lo de las pelis es curioso, al menos en mi caso. Según el idioma extranjero que manejes, suponiendo que manejes alguno, así tienes mayor afinidad a unas o a otras. En mi caso, mi "bestia negra" son las francesas, dado mi absoluto desconocimiento de ese idioma. Creo que me pierdo cosas buenas, pero es que a veces la mente no da para más. Menos mal que las redes P2P ayudan a arreglar esos y otros desajustes.

Hace unos días mi cibernética amiga Andreilla me recomendo ver esta peli y como la tenía por casa, le hice caso. Al principio, como era en francés, me resistí, pero luego caí en las redes de la historia que cuentan.

El tema es, de entrada, un tanto manido: un hombre enfermo de cáncer, que va a morir y que se despide de la vida. Se ha repetido en muchas ocasiones, pero aquí lo más importante no es el cáncer en sí, sino el repaso que se hace de la vida de una persona y de una época concreta: los progres años sesenta.

Los jóvenes de esa época ya son adultos bien maduritos, y se van dando cuenta de lo que ha quedado de todo aquello en lo que creían y defendían con ahínco, y como el feroz monstruo del capital que tanto odiaban les ha vencido.

No sólo eso, sino que se aprovechan de su éxito (véanse las gestiones del hijo trinfador, usando el billete de dólar canadiense como tarjeta de visita). La película muestra las contradicciones y la hipocresía de una generación de intelectuales comprometidos de otra época, que se ven a ellos mismos como "lo que pudo ser y no fue"; pero también a un padre, que se ha distanciado de sus hijos, cambiándolos por una vida de amantes múltiples, y que al final se ve falto de un cariño que no supo apreciar cuando había tiempo para disfrutarlo.

Los actores cumplen desigualmente su papel, en especial Rèmy Girard, excelente en el humor y las disertaciones rojoides, y Marie-Josée Croze, guapísima. El resto, un reparto cuasi-coral, acompañan dignamente a los protagonistas. Stéphene Rousseau, el hijo, resulta algo inexpresivo, no sé si con intención o porque es así (a mi modo de ver, un hijo que va a perder a su padre habría de ser algo más empático).

Óscar a la mejor película de habla no inglesa en 2004 (no sé si la competencia -Suecia, Japón, Holanda, República Checa- fue feroz o no,) tiene todos los ingredientes para gustar al espectador con inquietudes, y pensar un poquito en la vida y su sentido, que tampoco viene mal.

2 comentarios:

  1. Poca gente superaría al final de su vida un test duro sobre su existencia. ¿Qué has conseguido? ¿Qué has mejorado con tu paso por el mundo? ¿Cuanto amor has dado y has recibido?

    Más dificil aún que la desnudez definitiva del cuerpo, el abandono de esta forma y este viaje es la desnudez de lo que somos y lo que hemos sido. Produce vértigo, al menos a mí.

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  2. Depende del listón que te hayas puesto en tu vida, y de los tanlentos que hayas empleado.

    No es mal momento para emplear la autoindulgencia, aunque siendo objetivo.

    Y vértigo, produce mucho, pero nadie ha dicho que fuera fácil vivir, y mucho menos dejar de hacerlo, aunque sea inexorable.

    Besos

    Meditemos, pero sin vértigo

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