miércoles, 7 de octubre de 2009

TAKE A WALK ON THE WILD SIDE

Difícil tarea la de vivir. Soltado el exabrupto continúo meditando y pensando en voz alta, o “en letra alta y baja” más bien, valga el hipérbaton.

Complejidad. Parece ser la máxima de la existencia de muchos de nosotros. La belleza está en lo sencillo. El lema de mayor éxito entre muchos diseñadores de todo tipo de vertientes de la creación de nuestro tiempo es la simpleza, los “mínimos”. Algunos podrían interpretar esta tendencia como una ausencia de recursos, como una falta de conocimientos y destrezas para dar mayor riqueza a lo que se quiere transmitir. Exuberancia frente a sencillez.

¿Qué quiero yo transmitir cuando hablo, cuando me expreso? ¿Qué quiero que quede de mi mensaje?

Recuerdo que mi anterior jefa siempre llevaba a cabo una estrategia para librarse de subordinados pelmazos (yo entre ellos a veces): sólo una petición por audiencia. A la segunda, ni puñetero caso, no sé si por cosas de la edad o por estrategia en sí misma. Cuando planteamos nuestras ideas, será mejor referirse a un objetivo principal, haciendo que quede claro y meridiano a la persona que tenemos enfrente.

Simplicidad, o mejor dicho sencillez. Por esos mundos me muevo. Un mensaje, una idea, ese es el objetivo. “Te quiero”, sin matices ni peros ni porqués. Te quiero y punto. Un beso, el beso de un niño; ese es el paradigma de la sencillez, de la entrega gratuita, más aún que la de sus progenitores.

Volvamos a los mínimos y a la complejidad. ¿Es lo complejo mejor que lo sencillo? ¿Es lo relativo mejor que lo absoluto? En estos tiempos que corren parece claro que las corrientes de opinión reinantes dirán que si a lo segundo y que depende a lo primero. Eso es ser relativista. Los valores absolutos han pasado a la historia. ¿Es esto bueno o malo? Pues depende. ¿Quién es nadie para decir que es bueno o malo, que es correcto o incorrecto? En el fondo, el barroquismo intelectual vence a las corrientes más sencillas, y da la impresión de que no nos damos cuenta de que el arte no ha avanzado mucho desde Altamira y que puede que en el incendio de la biblioteca de Alejandría cayeran en el fragor del fuego muchas ideas que tal vez hoy podrían revolucionar el mundo (no he visto “Ágora”, que conste).

Si hay dos maneras de hacer las cosas, elige la más sencilla, para todo, para el trabajo, para conquistar a tu amad@, para la vida, para tu mundo, para su mundo, para nuestro mundo. Y sobre todo, el lado oscuro, sólo para Star Wars y su reverso tenebroso.

Por cierto, os propongo más bien hacer incursiones en el lado salvaje de la vida, EN LA PASIÓN POR HACER COSAS NUEVAS, O VIEJAS Y OLVIDADAS, QUE MÁS DA y para ello os sugiero el siguiente momento musical.

6 comentarios:

  1. Sencillamente genial. simplificar no es despreciar, tan sólo un intento de tener la vida limpia, con matices, con criterio, pero sin abigarrados vestuarios que entorpecen los pasos.
    la complejidad parece exótica, incluso atractiva, pero aburre las emociones entre entramados laberintos de dudoso éxito al final.
    Una sonrisa

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  2. El camino más corto para el éxito, suele ser el más sencillo.La cuestión es lo que cada uno entiende por éxito.
    Decir "te quiero" es la manera más corta y sencilla de decir "te quiero".Pero podemos complicarlo hasta en infinito.
    Bonita reflexión.
    Me alegro de volver por aquí.

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  3. Un texto, sencillamente exquisito!!

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  4. Ilia: y que difícil resulta darse cuenta de esa realidad, de esa verdad, de la verdad de lo simple, de la belleza pura y sencilla, de los actos sin segunda intención ...

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  5. Me alegro de que estés en esa línea de pensamiento, colega del desierto. Y me alegro también por tus visitas.

    Besos y vuelve.

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