lunes, 26 de octubre de 2009

LOST IN TRANSLATION


Reconozco lo impresentable de mi retraso, pero más vale tarde que nunca. Me acerqué a Sofía Coppola con ganas de ver una buena película, como apuntaban todos los datos en mi poder, pero sin tener ni la más remota idea del argumento de la película.
Sin contar nada a aquellos, si es que los hay, que aún no la han visto, viene a ser como buscar el lugar más parecido a Marte en la Tierra para soltar a dos almas gemelas, dejarlas aisladas del resto del mundo y permitir, por obra y gracia de un guión maravilloso, que se encuentren, orbiten entre sí durante unos días y pasen cosas que no estoy autorizado a contar.
Sensual, sofisticada, tierna, cruda, divertida, joven pero madura. Así es esta película.

La he visto, al final con la boca abierta y he pensado ¿que coño pasó en 2003 para que se quedara sólo con el Oscar al mejor guión? Mi memoria es flaca, pero para algo está la Wikipedia, que todo lo sabe.
El Señor de los Anillos tiene la culpa, y los previsibles señores de Hollywood, que son la voz de no sé que amo, más todavía. En lugar de dársela a la primera parte, la mejor de todas, decidieron dejar el reconocimiento para el final, cuando todo el pescado lo teníamos vendido y comprado, cometiendo una de las grandes injusticias de la historia del Cine.
Bill Murray podría pasar sin este premio, otras pelis se lo podrán dar, pero para Sofia, la injusticia ya está hecha. Nada podrá igualar a Lost in translation. Podrá hacer películas mejores, pero no como ésta. Tranquila Sofia, Tolkien seguro que te habría votado a ti.

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