lunes, 4 de mayo de 2009

PASABA POR ALLÍ


Yo pasaba por allí, y me paré a mirarte ...

La tangencialidad de nuestras vidas determina el curso de los acontecimientos siempre. Tal vez pueda parecer algo radical esta afirmación, pero creo firmemente que es así. Desde el momento de la concepción, en esa increíble carrera de la muerte que es la fecundación de un óvulo por parte de uno entre millones de espermatozoides, todo depende de que alguien pase por allí y se pare a mirar ... y termine quedándose.

El azar hace que la voluntad pueda expresarse con éxito como algo material y tangible. De nada sirve saberse todo al pie de la letra, preparar un proyecto a la perfección, concentrarse al máximo en un entrenamiento, tener todos los cabos previamente atados, si al fin y a la postre un golpe adverso del destino hace que nos quedemos en blanco, que el coche se estropee, que venga una huelga de transportista, que caiga la nevada del siglo o que el árbitro nos expulse injustamente.

El azar termina decidiendo muchas cosas en la vida, tanto para bien como para mal, y creo que es de soberbios atribuir todo el mérito a la valía personal.

También sería injusto afirmar que, cuando las cosas salen mal, es cuestión de la mala suerte. El esfuerzo suele venir recompensado, y la pereza castigada, aunque en ocasiones el loco azar decide cambiar las tornas y premiar a algún bello perezoso o castigar a un calculador engreído. Es lo que entiendo yo por “poner a la gente en su sitio”, “bajarnos de un pedestal” o “descender al mundo real”.

La diosa Fortuna es caprichosa, juega a la lotería y ella siempre gana, pues su triunfo consiste en el disfrute que le reporta apreciar los resultados de su caprichosa elección. Como diosa del Olimpo tal vez nos observe como seres diminutos y se sonría con nuestras reacciones y nuestros desvelos.

Tal vez sí o tal vez no, pero es romántico pensar que existen protegidos por los dioses, como un Simbad de leyenda.

¡Quién no quisiera llegar al Hades y navegar por el vacío más allá de la línea del horizonte, con tal de conseguir conquistar el corazón de su amada!

Yo pasaba por allí, y me paré para mirarte ...

En el amor esto se acentúa más todavía. Vivir de corazonadas, en el fondo, es lo más verdadero que existe. Cruzarse dos veces con la misma desconocida que nos arrebata el espíritu hace que ya sea conocida. Seguir una corazonada a veces es como lanzarse al vacío si existe un tercer encuentro con ella en la gran ciudad. Sin embargo, la rentabilidad de las corazonadas no siempre es alta, y ello hace que pasemos de corazonada a estar descorazonados.

¿Buscar la corazonada o encontrarse con ella? Lo segundo sería, desde un punto de vista purista, lo más cercano al flechazo o azar hecho amor, amor verdadero en el fondo. Lo primero se me antoja más estar a la que salta o fijarte en todas, siendo interpretado a veces como “desesperación por pillar cacho”, que suele ser percibido rápidamente por la interfecta y obtiene un rechazo inmediato, ignominioso muchas veces.

¡Cuántas cosas nos perdemos por no parar y quedarnos mirando! La observación es la virtud fundamental que han de tener los investigadores de todos los campos, de la Medicina, la Ciencia, la Psicología. Pero más importante aún es para sacarle el jugo a la vida, para encontrar un amigo en el que trabaja en la mesa de al lado, para ayudar al hijo que no sabe que decisión tomar, para querer a quien nos ama y no sabe como decírnoslo.

Yo pasaba por allí, y me paré para mirarte ...

Y tú decidiste mirarme también. Mi cara te pareció rara, no era todo lo simétrica que precisabas para considerarla bella, pero algo le encontraste. Los días pasaron, sucediéndose las semanas, los meses, las estaciones. Decidiste acampar en mi morada y decidiste también que no se estaba mal conmigo.

4 comentarios:

  1. Se podrían decir tantas cosas en este post muy completo aliñadito con interesantes matices, Pero es que tengo que decir lo obvio? Es precioso... Te miró los ojos, y le gustó la idea de descubrir que había más allá.

    Besos... Buena noche.

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  2. Nos creemos libres para elegir pero elegimos entre lo que el destino pasa delante de nuestros ojos.

    Tal la diosa Fortuna o el dios Fortunón hizo previamente una preselección por nosotros.
    Chi lo sa!

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  3. Esperanza:Todos deberíamos hacerlo más a menudo

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  4. Izzi: Por si fue la diosa Fortuna, habrá que llevarse bien con ella, aunque también conviene ayudarla un poco.

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