miércoles, 20 de mayo de 2009

ADDIO FIORITO ASIL

Hola, me llamo Pinkerton y soy un joven teniente de la marina estadounidense, de descanso en mi casa tras haber pasado una temporada por el Pacífico, disfrutando de sus delicias, especialmente en Japón, donde me he casado con una chica de quince años, a la que he dejado embarazada y esperanzada por mi vuelta. Aquí tengo una esposa y una vida respetable, y allí también un hijo. No me interesa mi familia japonesa y así se lo voy a hacer ver. Ella creo que me ama pero sé que lo entenderá ...

Es tremendo, ¿verdad? Más tremendo es el final, que no voy a contaros.

Cuando vuelve Pinkerton a Japón y se da cuenta de lo que ha hecho, canta un himno de despedida que dice así:

Adiós, florecido refugio de la alegría
y del amor. Su apacible rostro,
con remordimientos atroces,
veré siempre.

Addio fiorito asil.


Sólo quisiera ser un capullo durante tres horas y cantar como Plácido para protagonizar una de las obras más bellas y sobrecogedoras de la historia de la Humanidad. Mientras tanto, me conformo con verla, escucharla y sentirla, eso sí, con un paquete de kleenex en la mano.


4 comentarios:

  1. Dios, precioso...me hace recordar cuanta musica queda por escuchar, cuanta belleza...

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  2. Pe: Pues en esta ópera es uno más de los muchos momentos en los que te convierte en un puercoespín, de tanta emoción. Te la recomiendo, si no en directo, tal vez el video y/o audio.

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  3. La hemos puesto a todo volumen en la Máter a ver si así dejamos de oír os gritos y nos ahorramos unas cuantas espidurales...

    Estupenda!

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