domingo, 6 de septiembre de 2009

SEPTEMBER


En la canción llovía, llovía y llovía. Frankie no paraba de cantar, el otoño aún no había llegado pero la lluvia golpeaba por momentos furiosa los cristales del balcón de mis habitación. Aquel fue el único verano en que tuve que estudiar para los exámenes de Septiembre. Sólo recuerdo que llovía, las tormentas vespertinas se repetían uno y otro día, como si intentaran que algo creciera en mi corazón de estudiante agobiado y angustiado por la dureza de los compromisos.




Demasiada presión para tan pocos años, tal vez demasiada responsabilidad, aunque sólo fuera para mí mismo. El año anterior había sido el año de pasar con todo raspando, bordeando el abismo del curso repetido (eran años duros aquellos los de la Autónoma), aunque las fiestas de los viernes por la noche ayudaban a ahogar las penas, siquiera en vasos de plástico llenos de alcohol de saldo.


Muchas noches de otros otoños, ya avanzado el curso, habían pasado regadas por la fina lluvia del Madrid de los noventa, cuando el botellón aun no existía, al menos como lo conocemos ahora. Los que ahora cumplimos cuarenta, peinamos canas y aclaramos coronilla con niños agarrados de los brazos gozábamos de la lluvia cayendo sobre nuestro pelo engominado y una chupa de cuero resistente que todo lo aguantaba. Dentro de los coches, muchos nuevos de niño rico, otros, como el mío, de segunda mano, las canciones cantadas sin miedo al desafine goberneban la noche, incluso cuando las gotas de lluvia arreciaban, y se hacían gordas, como lágrimas de niño.


Algunas tarden pasaban, de tertulia, animadas y de mus, siempre con amigos, pacharán y humo en las cantinas, sin restricciones modernas, sólo interrumpidas por las visitas de alguna que otra chica que, distraida, nos miraba y luego se marchaba para su acicalamiento y posterior quedada, a veces solitaria, a veces masiva.


Aquel verano lluvioso, de hace muchos años mi carrera dio un giro inesperado. Pasó de renqueante a segura, de tediosa a querida, de insegura a firme y decidida. Me paro a pensar en lo que soy ahora, en como he cambiado y recuerdo aquel verano. Veo ahora todo lo que aprensí con la lluvia de ese Septiembre en mi ventana, de como me dio un carácter que puede que antes no tuviera.

Fue duro para mí, pero me enseñó a afrontar las tormentas de la vida, al menos a afrontarlas. Me enseñó a mirar por la ventana por las mañanas, a escuchar la previsión del tiempo y a no salir de casa sin paraguas ni jersey, que no hay nada más tonto que mojarse y pasar frío pudiendo haberlo evitado.





P.S.: Si alguien encuentra la de Sinatra, por favor, que me pase el enlace.

5 comentarios:

  1. Jobar, me hubiera gustado conocerte en esa época.
    Chupa de cuero, pelo engominado, coche de segunda mano...pero de todo lo pasado queda un poquito en nosotros. La esencia sigue ahí. Si no...por qué tienes un blog y escribes en tus ratos libres y te gusta el teatro...cosas poco habituales en el científico mundo de la medicina???


    Un abrazo enorme, Nuareg, el grande.

    Queda pendiente lo de les luthiers. Pasalo a quien te interese. Para Octubre o así. Y lo vamos estudiando.

    ResponderEliminar
  2. En fin, ya sabes que cualquier tiempo pasado fue peor ...

    ResponderEliminar
  3. tengo un regalo para ti.
    Entré en tu blog por tu aspecto ja ja
    imagina porqué
    http://www.goear.com/listen/3e1fdd5/SEPTEMBER-IN-THE-RAIN-FRANK-SINATRA

    ResponderEliminar
  4. Me voy a pasear un poco más.Un saludo

    ResponderEliminar
  5. Gracias, Alex y bienvenida. Te devolveré las visitas. Vuelve cuando quieras.

    ResponderEliminar