viernes, 3 de julio de 2009

POR FIN VERANO

Estamos en verano, mi estación mágica, tal vez no la favorita, pero sí la que me anima más a salir de mí mismo y mostrarme al mundo como soy (¡tiembla, mundo!). Los edificios arden caldeados por el Sol impenitente que ya casi desde su salida trabaja sin descanso. Sin embargo, podemos aprovechar las primeras horas de luz para ejercicios diversos. Me inclinaría por montar en bicicleta, aunque otras labores más lúbricas también sean bienvenidas. Cuando llega el mediodía, casi mejor será recogerse en casa, un centro comercial, la piscina o, mejor aún, darse un bañito marino para después ponerse a cubierto.

Los cuerpos salen de su caparazón, y se muestran a nuestros ojos, curiosos, ávidos de conocer y, según quien, incluso libidinosos (las chicas os ponéis estupendas, he de decir). Las mentes se mueven en una dualidad de cansancio cansino caluroso y calentón, frente a una actividad frenética, pretendiendo pasar la noche en danza hasta altas horas, sin pensar que el día siguiente probablemente la mesa de trabajo no pueda convertirse en improvisada almohada.

La bebida forma parte fundamental en las costumbres veraniegas. Creo que en la cerveza hacen algo para que su efecto sobre el cerebro humano sea menor y así animar al personal a consumirse a más y mejor. Puede ser también que este noble órgano ordene al resto del cuerpo que debe ser metabolizado tan excelso alcohol para poder ser consumido en mayores cantidades. Los cocktail nocturnos cogen el relevo para permitir que se dé rienda suelta a las pasiones en playas, terrazas, paseos y tumbonas. Ahí es donde sale a relucir nuestras capacidades de alquimista procaz para conseguir con malas artes lo que con buenas tal vez nos llevaría años. La hormona ataca fuerte y la ocasión la pintan calva.

Y que decir de la comida. Se adapta a nuestro ritmo cansino con texturas más ligeras y olores especiados, admitiendo solamente el ardor de las barbacoas nocturnas, desterradas por la autoridad competente las paellas domingueras. Son las cenas nocturnas ocasiones también propicias para alcanzar inconfesables objetivos.

De la música habrá que seguir hablando, pues sale de ventanas y balcones hacia la calle en las noches de insomnio de calores y azoteas. Se admiten sugerencias.

Besos y bienvenido el verano con sus hombros femeninos al descubierto.

2 comentarios:

  1. Me encantan los que hablan de "objetivos inconfensables" ...

    Te dejo (sólo te los presto, ojo!) estos versos de Lord Byron sobrem las noches de verano: “So we'll go no more a roving so late into the night, though the heart be still as loving and the moon be still as bright”.

    Bienvenido seas, veranito!.

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  2. ¿Inconfesables? ¿Inalcanzables? ¿Inconfesables por inalcanzables?

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