sábado, 25 de julio de 2009

PIAZZA DEI MIRACOLI

Los milagros existen. En estos tiempos en que nada nos sorprende, o al menos hacemos todo lo posible para que sea así, pueden ocurrir cosas que te dejen con el corazón en suspenso, esperando que llegue el siguiente latido, para pasar a experimentar la taquicardia más feroz.
Repito, nada nos altera, más bien, nada nos sorprende, solamente las imágenes impactantes de la televisión, que sólo nos afectan a uno y como mucho dos sentidos. Tenemos cinco sentidos, miles de conexiones en nuestra mente y montones de sensaciones desconocidas en nuestra alma. Ahí es donde llega de verdad la sorpresa, el milagro de seguir viviendo.
Llegas a una ciudad, aparcas el coches, coges un plano y comienzas a caminar. Doblas una esquina y abres los ojos, muy abiertos, y los oídos, la nariz, la boca y todos los poros de tu piel. Y de repente ocurre, se te para el corazón, queda en suspenso y después, comienza a palpitar, como un loco, desbocado, con los pelos de punta y las pupilas dilatadas.
No hay que reaccionar, sólo debemos disfrutar de ese primer momento, de ese impacto indescriptible que ocurre pocas veces en la vida, y pienso que a veces ya casi no ocurre. Nos hemos acostumbrado a que no ocurra. El impacto de lo nuevo es momentáneo, como de comida prefabricada, sin sabor, sin sustancia, como de un chicle que se usa y se tira. No nos deja poso, solamente deja su sitio para el impacto siguiente.
Lo antiguo tiene algo que nos llega muy adentro. Es como si una parte de nuestro ADN mitocondrial, lo más antiguo que tenemos en nuestro interior, se revolviera en los rincones de las células donde habita, y nos recordara de donde venimos, lo que somos y hacia donde debemos dirigirnos.
Puede resultar algo snob, pero a veces tenemos que viajar lejos para quedar impactados por
algo que supera la rutina en la que nos movemos. Los humildes mortales no podemos ser sublimes sin interrupción, debemos conformarnos con ir a Pisa, a ver el mármol blanco sobre la hierba verde bajo el cielo azul de la Piazza dei Miracoli. Doblar la esquina de la muralla y cruzar la puerta de entrada al recinto, ver los monumentos ...
Los milagros existen y están dentro de nosotros mismos. Sólo hace falta que el resorte salte y se haga la luz. No solo la luz, sino el sonido, el gusto, el tacto, el olfato y todo lo demás.

P.D.: Teniendo en cuenta el paso de los días y de las noches, es hora de actualizar mi perfil y anunciar que he cambiado de década. Gracias a tod@s por estar ahí.

martes, 14 de julio de 2009

SUMMER IN THE CITY

El calor nos abrasa, nos atora las neuronas, a veces el sopor nos invade incluso cuando estamos aliviados en la oficina por el aire acondicionado que, artificial y artificioso, evita que los fluidos y los hormonas cutáneas salgan a relucir e inunden el ambiente. Ese aire que nos anestesia los sentidos, artificial y artificioso, que trata de suplantar, aunque no puede, a esa ducha fría, al frescor de una cueva, a un baño en una poza de un río, a una corriente entre dos ventanas, al chorro que sale del termodinámico botijo. ese aire, como digo, acondicionada y condiciona nuestra vida.

Lo animal pretende salir a relucir en los meses de canícula. La siesta lo invade todo en las horas centrales de sopor. Los madrugadores disfrutan de un paseo en bicicleta por la ciudad vacía en un domingo perpetuo cuando todos se han ido. son las nueva en la mañana y el sol todavía prepara sus motores para someter a la corteza terrestre al albur de sus designios. Llega la noche. Los parques se llenan de criaturas humanas ansiosas de respirar de la poca brisa que se forma bajo las copas de los árboles.

Los más afortunados, con la llegada de la medianoche pueblan terrazas y azoteas, en animadas charlas, en tertulias relajadas, con hielo en las copas y luz en las miradas. Miradas que hablan y dicen más de lo que creen.

El jardin del Príncipe de Anglona está cerrado, pero sus rosasles nos hablan de olores de otro tiempo. La plaza de la Cebada bulle de juventud algo envejecida. Desde la terraza de El Viajero, San Francisco el Grande gobierna desde abajo la noche, luchando por no ser eclipsado por la robusta Almudena.

La ciudad está en verano, no de vacaciones, porque esto nunca cierra. Está abierta por vacaciones, más abierta que nunca, a todo y a todos. Los deseos más escondidos salen a la luz. comienzan a mostrarse piernas de ambos sexos, para liberarse del calor de las jornadas.

El cuerpo humano descubre gozoso la libertad de la cuasi-desnudez, la liberación de la carne oprimida, escondida por las pieles invernales. Llegó la hora de salir de la cueva. Ya se fueron las nieves que impiden lucirse en la madrugada.

Tierna estación, cálida estación, tórrida estación, de balcones abiertos y rincones oscuros,. Aprovéchate de nosotros, pobres urbanitas, que tal vez no sepamos hacerlo solos.




P.D.: Antes de irnme de vacaciones, tenemos que hablar de Ligabue y de The Lovin' Spoonful.

lunes, 13 de julio de 2009

SEIS




Hoy cumple años mi precioso segundo vástago, mi spitting image, guapísimo, dulce, cariñoso, de bebé a niño recién. Ha pasado su cumpleaños entre calores, regalos, besos y juegos. Ahora duerme, y mañana podrá ver su regalo cibernético.

Te quiero mucho, te queremos mucho, sé feliz, vive feliz, duerme feliz.

NUAREJADA Nº7

A vueltas del monotemático cambio climático y, con la calor que hace y la que está cayendo, ¿sabe alguien si en las oficinas de Greenpeace o en las de Al Gore, encienden el aire acondicionado, o siguen el protocolo de Kyoto y las únicas emisiones que generan proviene de sus axilas y pinreles?

jueves, 9 de julio de 2009

LADRAN, LUEGO CABALGAMOS

Lo bueno de cumplir años es el hecho mismo de cumplirlos, de tenerlos, de añadir pequeños elementos al corpus vital que configura nuestra existencia, nuestro ser. Los sabios defiende que el pasado no existe, otros que el futuro tampoco dejando al hoy como única dimensión de nuestro paso por el mundo. Y es verdad pero no del todo. Somos lo que hemos sido, somos lo que tal vez algún día seamos, pues nuestra vida se soporta en un taburete compuesto por nuestros recuerdos, nuestras vivencias y el momento en el que vivimos, ese momento presente que se pasa de un modo instantáneo.

La bioquímica que nos gobierna está diseñada magistralmente para permitirnos rememorar instantes vividos, aunque sea con una cierta manipulación de los recuerdos, consciente o no. Algún motivo habrá para que esto sea así. Finalista o no, algún motivo debe de haber.

Carpe diem, pero sin perder la capacidad de proyección de nosotros mismos en el espacio y en el tiempo que, como pueblo, como raza, nos ha llevado a intentar resolver todos los problemas que se nos han ido planteando. Esa es nuestra mayor virtud, el mirar hacia el futuro, aunque queden multitud de problemas por resolver.

¿Cómo hemos resuelto problemas? ¿Han sido los partidos políticos? ¿Han sido las multinacionales? ¿Han sido los gobiernos?

Todos podrían haber hecho algo, pero ninguno de un modo sustancial. Han sido las personas, las iniciativas individuales, altruistas, las que han hecho que el ser humano haya dado saltos cualitativos en cuanto a su desarrollo a todos los niveles. Iniciativas que han trascendido de la pequeñez de sus creadores, conscientes unas veces, inconscientes muchas más. Las vidas y muertes de personas anónimas han podido hacer más por el avance de nuestra especie que los tratados internacionales.

Y no sólo me refiero a los avances científicos, realmente es a lo que menos me refiero, ya que la penicilina la descubrió Fleming, pero otro lo habría hecho en su lugar más tarde o más temprano. El Quijote, de no haberlo escrito Don Miguel de
Cervantes, no existiría. Y de no haber sido así, nadie habría podido repetir aquello de "Sancho, ladran, luego cabalgamos".

martes, 7 de julio de 2009

HEY JUDE

The Beatles en color. Están muy bien, pero ahí, con Paul, haciendo los coros John y George, Ringo a la batería, falta ... el quinto beatle: YO (¿a que lo habíais adivinado?)

JODIDO LUNES

Quería escribir sobre la canción"I don't like Mondays", de Bod Geldof y su banda, así que me puse a buscar el vídeo en you tube. Encontré algo espantoso, con unos cantantes ingleses de los ochenta feuchos y blaquecinos. Pensé que me había equivocado de canción, aunque la verdad es que me encantaba y venía ya tiempo pensando en ella.
Entonces apareció él, House, con su ritmo de serie yanqui molona, y es que, le pese a quien le pese, lo saben hacer mejor que nadie eso de las series (las hay para todos los gustos).
Y empezaban a salir imágenes de hospitales (aunque en ellos no se liga tanto coo en el mío), de médicos (menos listos y menos guapos que yo, donde va a ustred a parar) y del, con perdón, jodido lunes.
Cada vez me gustan menos los lunes, cada vez me pesan más, será cuestión de edad, de mi edad, no la de los lunes, que envejecen al tiempo que todos los demás, pero están cada año más lozanos.
No sé si es bueno pretender alargar un poquito más la noche de los domingos, cosa que haré proximamente con otra canción que tengo preparada, pero mientras inventamos el fin de semana de cuatro días, bienvenido sea Bob Geldof vestido de doctor House.


domingo, 5 de julio de 2009

101

Entrada 101.
Es como un principio, después de haber empezado algo hace 100 unidades de algo que no se sabe bien lo que es. Es verano y, aunque sea la estación alegre por antonomasia, en esta ocasión se ha despertado en mí un sentimiento de abandono, de falta de algo, de melancolía.
Muchas veces pienso que esto del blog es como una especie de lotería que me ha tocado en la vida. Nunca me habían llamado especialmente la atención, y jamás pensé que pudiera llegar a abrir uno, pero han pasado 100 momentos y aquí sigo. En esta ocasión me va a servir para escribir sobre algo que llevo dentro de mí desde hace ya varios años y que es muy mío, es de mi vida y sólo de mi vida, aunque las vidas de los que me quieren se hayan visto afectados de una manera similar a la mía.
Sabéis que soy médico, que me gano la vida con eso. En el fondo creo que soy un pobre médico de pueblo (J XXIII quería ser un pobre cura de pueblo, él seguro que sabía por qué), pero como la vida da muchas vueltas y de algo hay que vivir, me hice anestesista.
Aunque la gente no lo sepa muy bien, nosotros, los anestesistas, vivimos muy de cerca las enfermedades de la gente, sobre todo las más serias y graves, y conocemos con bastante detalle los modos de diagnóstico y tratamiento de muchas de ellas. Convivimos con el cáncer más que muchos otros médicos de otras especialidades tal vez más reconocidas. Y es el cáncer el comienzo de esta historia ...
La música italiana suena en la habitación, me inspira y me llega, como le llegaba a él. Escuchando, escribo y recuerdo momentos de dolor, de gran dolor para mí, de pena profunda que, siendo rememorados dejan un poso melancolía e incluso remordimientos por no haber evitado lo que de todos modos debía de ser inexorable.
Era Junio, mes de cierta holganza, días largos y calor incipiente en las calles.
-¿Qué tal estáis?
-Bien, muy bien por aquí.
-¿Hace bueno?
-Sí muy bueno, estamos pasando unos días muy buenos.
-¿Qué pasa, te noto rara?
-Nada, nada, bueno, es que Papá se ha desmayado esta mañana, pero ahora está bien.
Fueron al médico, por indicación mía. Resultado, anemia importante, visita a urgencias, transfusión sanguínea, viaje a la playa a recogerles y de vuelta a Madrid. Comienzo a hacer gestiones, con el diagnóstico hecho en la cabeza, para ver que es lo que pasa.
Endoscopia alta, todo normal. Colonoscopia, lesión con mala pinta, quirúrgica, ya.
Conociendo como era mi padre, sabía que con el cirujano la relación iba a ser buena. "El hijo del maestro nunca es aprendiz". Mucho cariño por parte del cirujano, con quien yo había tenido en el pasado algún que otro enfrentamiento, pero que luego lo dio todo por mi padre.
Llega el día de la intervención. Bajo las escaleras con el amigo que le iba a anestesiar y nos encontramos con el cirujano. Le veo y sé que algo va a ir mal. "Nos vemos en quirófano", dice.
-Respira hondo, que te vas a dormir.
Agarro su mano y cae en un plácido sueño. El respirador es conectado y las constantes aparecen cadenciosas en el monitor. El cirujano entra de nuevo en el quirófano, me mira, me llama y me dice: "¿Has visto el TAC?. "No", contesto. "Tiene LOES hepáticas".
Esa frase fue para mi como la muerte de una parte de la vida que me lo había dado todo, que me había ayudado a llegar hasta donde estaba. Salí a un pasillo, intentado no llorar, hablé con mi amigo y pensé que lo había sabido desde que vi el primer análisis después del mareo.
La cirugía acabó y mi padre comenzó a despertarse. Fue un mal sueño. Despertó con un "Ay Dios mío", repetitivo, que me torturó durante meses. Creo que aún lo sigue haciendo cuando lo recuerdo. Era como si su subconsciente supiera la verdad, una verdad terrible y cruel.
Había terminado la operación y tenía que enfrentarme a la realidad, al trago de contárselo a mi familia. No podía. Le pedí al cirujano que lo hiciera por mí y luego mi madre y yo lloramos juntos.
La operación fue fenomenal, con un postoperatorio de libro. Cambiamos las vacaciones para poder estar ahí. Mi padre se recuperó muy bien, pero teníamos una cita pendiente con el cirujano en la que debía contarle que las cosas habían ido bien, pero no del todo.
"¿Quieres contárselo tú?, me dijo el cirujano. "No", contesté yo. Creo que es demasiado para un hijo médico que sabe lo que viene después.
"Bueno, tenemos que hablar de lo tuyo", y comenzó a explicarle lo que tenía con más cariño del que pueda imaginar. Aunque tenga sus cosas, que yo sé que las tiene, personas como él hacer más grande mi profesión.
Luego vino el contárselo a la familia de fuera, a los amigos, y fue como morir de nuevo de dolor, intentando ser fuerte para no hacerles sufrir lo que yo estaba sufriendo. La realidad es que no había esperanza y durante unos meses viví d unas estadísticas vistas desde la parte de una botella medio vacía que en realidad estaba vacía del todo.
Durante meses me torturé por no haber podido detectar ese cansancio extraño que no parecía nada más que el estar raro después de la jubilación. Nunca sabré que habría pasado, si la suerte estaba hechada y si su tiempo había terminado de todos modos.
Llegó el día de colocar el porta-cath, después de haber hablado con un oncólogo con el que nunca llegó a conectar ("Este tío no es como el cirujano, este tío no cura a nadie"). "Yo te llevo, Papá, y te acompaño al quirófano, que es con local y no tardan nada".
Llegamos al quirófano y comienza la operación, sencilla como había dicho. Todo iba bien, aparentemente, pero una mano se movía bajo los paños. Era la mano sufriente de mi padre, que pedía a gritos ser apretada. Así lo hice y de nuevo lloré en silencio en mi interior. De nuevo sufrimiento y dolor, en el momento menos pensado.
Siguieron unos meses duros de quimioterapia, al principio llevaderos, pero luego frustrantes y finalmente fracasados e interrumpidos por el deterioro generalizado. Luego siguieron muchas lágrimas en soledad, algunas en compañía de gente buena que me decía que tenía que ser fuerte.
A mi churri le contaba todo y me miraba apenada. "Lo peor está por llegar", le decía. Ella no me creía, pero terminó dándose cuenta de que tenía razón cuando, después de unos días sin subir a casa de mis padres, pues se quedaba con los niños, estrechó la mano adelgazada de mi padre y tuvo que hacer esfuerzos por no llorar.
Saber es muy malo, la ignorancia es la amiga del enfermo de cáncer.
Las cosas se estaban poniendo muy mal y llegó la hora del desenlace. La noche anterior la pasé durmiendo en la que había sido mi casa hasta que me casé. Decidimos ir al hospital el día siguiente, que era domingo por la mañana. Mi padre estaba muy mal, A los dos días, en paz, sedado con todo el amor que le podíamos dar, entregó su alma a Dios y nos dejó solos.
Y pasó el tiempo, y cada día me sigo acordando de él, porque mucho de lo que soy a él se lo debo.
Y no sé porque he escrito todo esto, que a nadie le importa. Parece que este blog haya sido creado para escribir esto, y es curioso que tenga que ser en la entrada 101. No va a ser la última, sino la primera de la segunda centena. Mi padre sigue en mí y espero seguir yo en él por siempre. Me lo dio todo y quiero seguir recibiendo de él su ayuda, su amor y sus besos en la noche, mientras duermo.
El amor que supera la muerte es amor verdadero.

PD: Luego vino el entierro, el funeral, las llamadas y los abrazos y besos de gente buena, de amigos suyos y míos. Paradójicamente, mucha vida salió de su muerte y algunos amigos volvieron a estar junto a mí después de mucho tiempo, y siguen ahí, y es que la vida y la muerte están más unidas de lo que nos creemos.

viernes, 3 de julio de 2009

POR FIN VERANO

Estamos en verano, mi estación mágica, tal vez no la favorita, pero sí la que me anima más a salir de mí mismo y mostrarme al mundo como soy (¡tiembla, mundo!). Los edificios arden caldeados por el Sol impenitente que ya casi desde su salida trabaja sin descanso. Sin embargo, podemos aprovechar las primeras horas de luz para ejercicios diversos. Me inclinaría por montar en bicicleta, aunque otras labores más lúbricas también sean bienvenidas. Cuando llega el mediodía, casi mejor será recogerse en casa, un centro comercial, la piscina o, mejor aún, darse un bañito marino para después ponerse a cubierto.

Los cuerpos salen de su caparazón, y se muestran a nuestros ojos, curiosos, ávidos de conocer y, según quien, incluso libidinosos (las chicas os ponéis estupendas, he de decir). Las mentes se mueven en una dualidad de cansancio cansino caluroso y calentón, frente a una actividad frenética, pretendiendo pasar la noche en danza hasta altas horas, sin pensar que el día siguiente probablemente la mesa de trabajo no pueda convertirse en improvisada almohada.

La bebida forma parte fundamental en las costumbres veraniegas. Creo que en la cerveza hacen algo para que su efecto sobre el cerebro humano sea menor y así animar al personal a consumirse a más y mejor. Puede ser también que este noble órgano ordene al resto del cuerpo que debe ser metabolizado tan excelso alcohol para poder ser consumido en mayores cantidades. Los cocktail nocturnos cogen el relevo para permitir que se dé rienda suelta a las pasiones en playas, terrazas, paseos y tumbonas. Ahí es donde sale a relucir nuestras capacidades de alquimista procaz para conseguir con malas artes lo que con buenas tal vez nos llevaría años. La hormona ataca fuerte y la ocasión la pintan calva.

Y que decir de la comida. Se adapta a nuestro ritmo cansino con texturas más ligeras y olores especiados, admitiendo solamente el ardor de las barbacoas nocturnas, desterradas por la autoridad competente las paellas domingueras. Son las cenas nocturnas ocasiones también propicias para alcanzar inconfesables objetivos.

De la música habrá que seguir hablando, pues sale de ventanas y balcones hacia la calle en las noches de insomnio de calores y azoteas. Se admiten sugerencias.

Besos y bienvenido el verano con sus hombros femeninos al descubierto.